La historia de la radiocomunicación está repleta de grandes científicos, ingenieros que aportaron significativos avances, pero de pocos se puede decir que, además, hicieron carrera en Hollywood. Este es el caso de Hedwig Eva Maria Kiesler, más conocida por su nombre artístico Hedy Lamarr, quien paso de los estudios de cine a inventar la primera versión del espectro ensanchado que permitiría las comunicaciones inalámbricas de larga distancia. Su vida, de película, bien merece un repaso.
Nacida en Austria en 1914, en el seno de una familia de la alta burguesía, Hedwig pronto sorprendió por una inteligencia precoz, de niña superdotada. Su infancia transcurrió en prestigiosos internados de Austria y Suiza, y ya a los 16 años comenzó sus estudios de Ingeniería.
Sin embargo, su pasión por el mundo de la interpretación fue más fuerte, y antes de los 20 años se trasladó a Berlín, donde en la academia del director Max Reinhardt, daría sus primeros pasos sobre un escenario, e iniciando su carrera de actriz.
Tras participar en diversos filmes en Europa, se casó con Friedrich Mandl, un poderoso fabricante de armamento, simpatizante nazi, en matrimonio que sus padres concertaron en contra de su voluntad. Durante esta oscura etapa, en la que fue encerrada en casa y sometida a un estricto control la joven Hedwig aprovechó para continuar sus estudios de ingeniería, y utilizar su inteligencia para obtener de los clientes y proveedores de su marido los pormenores de la tecnología armamentística de la época.
Sin embargo, Hedy consiguió huir de su infierno en 1937. Según explica en su autobiografía, un día administró un somnífero a su asistenta, y disfrazada como ella, pudo salir de casa hasta la estación de tren para llegar hasta París. Desde la capital francesa hasta Londres, donde conoció a Louis B. Mayer, empresario de la Metro Goldwyn Mayer (MGM). Vendiendo sus joyas consiguió el dinero para coger el barco en el que Mayer volvía los Estados Unidos, y al llegar a tierra, ya tenía un contrato y un nuevo nombre, Hedy Lamarr
La nueva estrella de la Metro iniciaba una carrera junto a los directores más reputados de la época y junto a los principales actores de Hollywood, participando en una treintena de películas entre las que el título más conocido es Sansón y Dalila. Sin embargo, su estrella cinematográfica se fue apagando y en 1957 rodaría sus últimas películas. Alejada de la industria, Hedy Lamarr pasó apuros económicos, e incluso vio cómo era embargada su casa de Beverly Hills.
LEGADO CIENTÍFICO
A pesar de que los últimos años de su trayectoria no fueron buenos, Hedy Lamarr será recordada no solo por su paso por el séptimo arte, sino que sus descubrimientos e inventos le hacen un hueco en la historia de la ciencia. Gracias a su matrimonio, la actriz acumulaba información sobre los nazis que ofreció al Gobierno de los Estados Unidos. De este modo, consiguió entrar en el área de tecnologías militares.
Hedy era consciente de que los gobiernos se resistían a la fabricación de misiles teledirigidos por el temor a que las señales de control fueran interceptadas o interferidas por el enemigo, pudiendo inutilizarlos o, incluso, usarlos en su contra. A mediados de la Segunda Guerra Mundial, Lamarr, junto al compositor George Antheil, patentó un sistema de comunicación secreta, que sería la versión temprana del salto en frecuencia. Funcionaba con 88 frecuencias, equivalentes a las teclas del piano, y era capaz de hacer saltar señales de transmisión entre las frecuencias del espectro magnético y fue diseñado para construir torpedos teledirigidos por radio que no pudieran ser detectados.
El primer uso de la patente fue durante la Crisis de los Misiles en Cuba, cuando se empleó para el control remoto de boyas rastreadoras. Esta tecnología también se aplicaría durante la Guerra del Vietnam, e incluso en el sistema estadounidense de defensa por satélite (Milstar). En la década de los 80, el sistema de espectro expandido vio sus primeras aportaciones en ingeniería civil, siendo precursor de comunicaciones inalámbricas, bluetooth WIFI y hasta el GPS.
El hecho de que sus patentes fueran registradas con su nombre de casada en vez de por el artístico, hizo que su contribución a la ciencia no recibiera el merecido reconocimiento en su época. Afortunadamente, hoy son ampliamente valorados sus logros.